Las benzodiacepinas son medicamentos psicotrópicos que actúan sistema nervioso central, con efectos sedantes, hipnóticos, ansiolíticos, anticonvulsivos, amnésicos y miorrelajantes (relajantes musculares).
Principalmente, tienen efectos generales contra la ansiedad y promueven la relajación física y mental.
Las benzodiacepinas pueden provocar dependencia física y psicológica, incluso a dosis bajas, con síndrome de abstinencia que se inicia lentamente cuando se suprime el fármaco, por lo que ha de estar siempre bajo control médico.
Los dos factores principales identificados con la dependencia a las benzodiacepinas son su capacidad de crear tolerancia (el cuerpo se acostumbra y necesita cada vez dosis mayores para conseguir el efecto deseado) y su factor psicológico como agente clave de creación de adicción ya que son fármacos que calman la ansiedad y el paciente percibe su efecto como algo claramente beneficioso para sí mismo.
Los efectos secundarios más destacados son la sedación y somnolencia, descoordinación del movimiento, dificultad del uso o control de los músculos de la boca, la lengua, la laringe o las cuerdas vocales, visión doble y vértigo.
Las benzodiacepinas interaccionan con fármacos hipnóticos y con el alcohol, potenciando la sedación y aumentando el efecto euforizante de los opiáceos.
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