Popularmente conocidos como ácidos o tripis, el LSD es uno de los alucinógenos sintéticos más potentes que existen. A corto plazo, produce debilidad muscular, cambio en la rapidez de los reflejos, dilatación de las pupilas, descoordinación de las extremidades, distorsión del tiempo, el espacio y la imagen corporal, con intensificación perceptual en todos los campos, así como cambios emocionales fuertes y emociones simultáneas, a la vez que sensaciones místicas.
A largo plazo, puede provocar “flashbacks”, que son experiencias caracterizadas por alucinaciones visuales, auditivas o táctiles similares a las de la experiencia original, aunque hayan pasado semanas, meses o incluso años después, y sin presencia de ningún desencadenante aparente.
Los episodios psicóticos suelen presentarse en consumidores crónicos, con alteraciones del pensamiento, alucinaciones intensas y comportamientos similares a los de la esquizofrenia.
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