
La forma más extendida de consumo de tabaco es en cigarrillos, en cuyo humo se han identificado alrededor de 4.000 componentes tóxicos, entre los cuales destacan la nicotina, los alquitranes, los irritantes y el monóxido de carbono.
La nicotina, que es un alcaloide presente en todos los compuestos del tabaco, produce dependencia. A altas concentraciones, como todos los alcaloides, puede llevar a la muerte. La nicotina es una droga psicoactiva adictiva que actúa como estimulante del sistema nervioso central.
El efecto de la nicotina en el cerebro es paradójico: causa una estimulación inicial que solamente es una respuesta inmediata y breve, pues su efecto real es depresor, acompañado de una sensación de fatiga que viene después de la “estimulación”.
Este alcaloide se absorbe con facilidad por los pulmones y llega al cerebro en siete o diez segundos; más rápido que si se hubiera inyectado de forma intravenosa, pero tiene un efecto directo en el cuerpo de larga duración. Por tratarse de una sustancia alcaloide soluble, se esparce por todo el organismo, iniciando su recorrido en las vías respiratorias para luego llegar a los vasos capilares y avanzar por la corriente sanguínea hasta el cerebro.
Con el uso regular, se acumulan concentraciones de nicotina en el cuerpo durante el día, que persisten en la noche, por lo que, las personas que fuman cigarrillos a diario están expuestas a los efectos de la nicotina veinticuatro horas al día.